Me temo que sí, tengo derecho a opinar sobre tu vida, aunque no te guste. Y sí, tengo una opinión formada acerca de casi todo en esta vida. Se lo que me gusta y lo que no me gusta, lo que me hace ser fuerte y lo que me da miedo, se lo que podemos compartir y lo que no es posible. Y sí, puesto que estoy en tu vida no voy a quedarme callada ante una decisión errónea, aunque la última palabra sea tuya. Realmente podemos hablar de cualquier cosa y se pueden expresar todos los sentimientos y pensamientos libremente, pero cada uno los suyos. No te gusta pero eso no es lo importante. Y sí, realmente sería un problema! Eso no significa ni amenaza ni advertencia, simplemente sería un hecho. Pero eso no ha ocurrido. Y problema no quiere decir final, ni castigo, ni barrera. Somos adultos, actuemos como tales. Seamos coherentes por favor! Que no haya diferencia entre lo que pensamos y lo que hacemos! Eso sólo trae complicaciones. Si hay algo que no quieres que pase y conoces el camino para impedirlo, hazlo y punto. Las soluciones posteriores son muy radicales, muy al límite. Están en juego valores profundos, muy arraigados, los tuyos y los de los demás. Al final uno hace lo que tiene que hacer pero no puede pretender que el resto cierre la boca. Yo no lo haré. Ni lo hago. Hay otros caminos. Yo los veo. ¿Tú no?
El resto de las historias tienen un principio, una trayectoria, una evolución y un punto de inflexión. Es el momento de cambiar algo y ese chasquido ya no depende de mi. Si tú ves algo que puedes hacer, hazlo pero que sean tus manos las que se pongan a la faena. Yo no veo más y por supuesto, no quiero más de eso. No le daré la mano a nadie para acompañarle a tirarse por un precipicio. Mi mano siempre estuvo, está y estará ahí pero no para caer.
Si uno dice "No" y el otro dice "Sí", inevitablemente gana el "No"! Si yo quiero pero tú no, no habrá posibilidad. Puede que eso cambie con el tiempo pero, de momento, así están las cosas.
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