Me vale el título de la película para dar nombre a la entrada. Muestra la vida misma, las historias que ocurren, algunos finales felices. La gente con la que nos vamos encontrando, lo que vamos viviendo, el tiempo que dejamos pasar y las cosas que no nos atrevemos a decir. Ocupamos el tiempo, todo el tiempo, para evitar parar. ¿Por qué? Quizá para no descubrir algo que no es grato. No lo se. Cierro los ojos y no veo nada de nada. El estómago sigue encogido, sensación de la que quiero deshacerme ya. Estamos en agosto y se respira ya la pólvora de los petardos, sabor a fiesta, gente en la calle, cervecitas en las terrazas, quedadas con los amigos... y algunos no están. Cómo es la vida, a veces. Malentendidos y malos recuerdos. Qué cansada estoy! Buenas son las vacaciones para gestionar el tiempo a mi antojo.
Sin duda, la persona que aparece es la correcta. Necesariamente hay que cerrar el ciclo? No lo se.
Las personas entran y salen en tu vida. Algunas desaparecen para siempre y otras entran y salen cada cierto tiempo. Ahí están las que te creen, las que te ven, las que te quieren. Se van las que dejan de ver, las que se llenan de miedo y las que no pueden soportar la imagen que les devuelves en el espejo. También están las que no saben si quieren entrar o no y esas de las que dudas si permitir que se acerquen o no. Las cosas cambian, las personas también lo hacemos. Pero la esencia del alma siempre es la misma, la personalidad es inalterable. Variamos conductas, deseos, hábitos, ilusiones, pero lo que somos no. Me gusta la persona que soy, me veo... mi alma sigue ahí, siendo la misma de siempre, tan llena, tan ávida, tan grande... os echo de menos pero, inevitablemente, las cosas han cambiado. Y el camino a seguir ahora yo no lo se, no lo veo, no lo encuentro. Y yo sóla no puedo...
Definitivamente, quizás...
Definitivamente, quizás...
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